Raúl Vallejo en Cienfuegos

El Caimán Barbudo, Septiembre 16 2019

Por: Miguel Ángel Castiñeira García

 

El día que lo fueron a entrevistar, Raúl Vallejo se despertó en la habitación de uno de los hoteles más importantes y lujosos de la provincia de Cienfuegos. Sí, era importante y lujoso, aunque no estuviera en la lista de los, no sé, Diez mejores hoteles en los que había pernoctado a lo largo de su vida, ni mucho menos.

Los habían paseado por la urbe durante la jornada anterior, tanto a él como a otros intelectuales que integraban el jurado del 60 Premio Casa de Las Américas. Irán Millán Cuétara, restaurador, les comentó mientras los guiaba que Cienfuegos cumpliría doscientos años de fundada el 22 de abril de 2019.

La Perla del Sur de Cuba le pareció a Raúl una ciudad “que no se expande hacia las alturas sino que se mantiene en un nivel humano, habitable, con una arquitectura agradable a la vista”. Le encantó su bahía, cómo el agua es importante en el paisaje e imaginó las potencialidades que tendría esta luminosidad para la obra de cualquier artista plástico.

 

¿Para entender el país, basta con entender la capital?

“No. De ninguna manera. Yo me he movido hasta la mitad de la isla: Santa Clara, Trinidad, ahora Cienfuegos… Creo que para entender Cuba o para entender otro país no basta la capital. Es más, la capital da una idea distorsionada del propio país, porque la capital es el centro de muchas cosas, la concentración de muchos problemas que no existen en otro lado. En lo poquísimo que he recorrido Cienfuegos, no veo esas zonas oscuras que he visto en La Habana. Hay otra luminosidad”.

Le gustaría recorrerla más, caminarla, hablar con su gente. Sabe muy bien que para tener una imagen de cualquier lugar, hay que formar parte de la cotidianidad de ese lugar, ver cómo funciona la noche, el descanso.

Sin embargo, aún el ecuatoriano desconoce si escribirá sobre Cienfuegos, como una vez lo hiciera sobre La Habana.

 

MARILYN EN CUBA

Marilyn en el Caribe es una novela que al mismo tiempo pretende ser un homenaje múltiple. Obviamente, un primer homenaje a la propia Marilyn, en la medida en que es un ícono del cine, de lo que es la presencia de la mujer, de la destrucción del mito del starsystem, de Hollywood. Al mismo tiempo es un homenaje al cine latinoamericano y particularmente, al cine cubano — hay muchos guiños en el texto narrativo, en particular con Fresa y Chocolate — y al mismo tiempo es un homenaje a La Habana, a la ciudad como tal”.

La idea del libro Marilyn en el Caribe nació en cuatro poemas, cuatro poemas que se llaman “Del diario secreto de Marilyn”, cuatro poemas que están en Mística del tabernario y a partir de esos cuatro poemas, Raúl se dio cuenta de que daban para algo más.

“Entonces ahí uno empieza a pensar cuál es la situación novelesca. Los poemas fueron como la chispa que determinó el texto novelesco”.

Confiesa que jamás ha vencido el temor a que le encuentren el más mínimo gazapo. Incluso, una coma incorrectamente colocada. Así que para escribir Marilyn en el Caribe, aparte de contactar con amigos que le corrigieran modismos, formas de expresión y temporalidades, viajó nuevamente a La Habana.

Por mil razones, entre ellas, los estudios de su hija en Cuba, Raúl Vallejo ha caminado la capital, pero en aquella ocasión se dedicó a buscar, específicamente, los lugares que describiría y sentarse y tomar notas y ver exactamente cuál es la casa que él quería que fuera la del personaje. “Eso es lo que considero mi metodología de trabajo. Lo he hecho así con otras novelas”.

Le pregunto por Marilyn…, tal vez por esa obsesión que tenemos los cubanos de saber cómo nos ven los extranjeros.

“A todos nos pasa. Yo particularmente no soy de la capital de Ecuador, soy de una ciudad de puerto, más pequeña. Nací en Manta. Me críe en Guayaquil. He vivido en Quito. He vivido en las dos ciudades principales: la capital y Guayaquil. Y, sí, creo que uno siempre está pendiente de cómo lo ven de fuera. Pero creo que lo más importante es cómo uno se ve a sí mismo. Me parece que en la imagen que uno tiene del país está eso que se conoce como la identidad. Claro, la identidad ahora es múltiple, es una identidad distinta a la de los años 60´s o a la de los 30´s o a la del siglo XIX.

“Eso también marca esta contemporaneidad. No es que ya no importe el tema de la identidad, es que el tema de la identidad busca otras formas de ella, porque estamos enterados de más mundo, lo que nos permite ser más complejos”.

Raúl escucha al entrevistador y respira de manera exagerada antes de contestar. Se siente a gusto hablando de su libro. A cualquier escritor le gustaría que le preguntaran por sus libros, o por la manera en que los escribe. En este sentido, como diría Leonardo Padura, quién no quisiera ser Paul Auster.

 

LITERATURA EN EL CONTINENTE

Esta nueva generación de escritores latinoamericanos, que ya no es aquella de los años 60, tiene mayor facilidad para salirse de sus fronteras geográficas desde el punto de vista creativo (quizás por las TIC’s, por el mundo más globalizado)…

“En definitiva, uno puede escribir libremente sobre lo que quiere y necesita escribir, independientemente del territorio. Esto nos remite tal vez a una dicotomía que yo considero falsa: no es que uno se vuelva universal por escribir historias en territorios universales. No hay nada más local que El QuijoteEl Quijote se desarrolla en La Mancha, a lo sumo El Quijote llega hasta Barcelona”, responde.

Acto seguido, se detiene en ejemplos que reafirman su postura. Habla del Ulises de Joyce, que se desarrolla en Dublín; de Whitman, que escribe sobre Estados Unidos de América, “sobre una parte de la costa Este de los Estados Unidos de América”. Por otro lado, “Carpentier escribía sobre el Amazonas, sobre Haití, sobre el viaje de Colón, sobre la Rusia de 1905, sobre la Guerra Civil Española. No necesariamente ubicaba sus obras en la Cuba de su tiempo”.

No obstante confiesa que sí, que hoy existen más facilidades por el tema del Internet y las nuevas tecnologías a la hora de informarse respecto a una realidad que al escritor le es ajena. “Pero Carpentier no tenía internet”, dice medio en broma.

Para los jóvenes latinoamericanos que pretendan abrirse camino en el panorama literario actual, solo tiene una recomendación:

“Les recomendaría leer. En realidad la recomendación va para los padres. Yo creo que para formar jóvenes lectores, los padres tienen que ser lectores. Ya hay algunos estudios sobre la relación de la lectura con el proceso de adquisición del lenguaje. El hecho de que los padres lean cuentos a los niños, forma un vínculo afectivo muy importante porque es el momento donde los niños sienten que tienen, totalmente, a su padre o a su madre. Entonces la relación se funda en un acto de amor”.

Ahora, ¿qué leer? No considera que, necesariamente, haya que leer El Quijote, pero “definitivamente hay que leerlo. En El Quijote está todo lo que podamos encontrar en la novela contemporánea, todo: metaliteratura, autorreferencialidad, apropiación de personajes, la inclusión de textos dentro de textos, el montaje escénico, historias de amor, de violencia, de viajes, de bandidos. El Quijote es el primer personaje de la literatura que se ve a sí mismo como personaje de un libro. Se construye a sí mismo en una novela en construcción y eso es muy contemporáneo”.

 

ARTISTA EN EL MUNDO

La entrevista sucedió sin demasiados sobresaltos, con los tópicos de siempre. El escritor habló de sus novelas, de sus influencias, de la literatura. Más o menos lo mismo que habla en todas las entrevistas. Hasta que llegó la pregunta que al final llega, la que molesta a Padura, la que no le hacen a Paul Auster:

¿Cuál cree usted que deba ser la postura de un artista, políticamente hablando?

“En el siglo XIX, sin tanto manifiesto de compromiso, los escritores asumían sus responsabilidades en lo que era la construcción de los Estados Nacionales, o participaban en las luchas por la independencia. En el siglo XX, los escritores y artistas estuvieron por las causas de la paz durante las guerras mundiales, por la causa de la República en la Guerra Civil Española, por la causa de la lucha anticolonial en los años 60, por la causa de la liberación de los pueblos, en los años 70.

“Hoy día los escritores no son vanguardia como tal: los propios movimientos sociales se han erigido como vanguardia ellos mismos. Así sucede con el movimiento indígena, con los ecologistas, los feministas, los LGBTI. Todos adquieren sus propios voceros.

“Entonces, el escritor, la escritora, debe asumir sus deberes ciudadanos y trabajar en función de los derechos de las minorías, de la equidad, en función de la búsqueda de la justicia social y la defensa de las libertades”.

Raúl Vallejo regresa a la habitación. Ahora le toca leer poesía y decidir junto a sus compañeros de jurado quién ganará este certamen del Premio Casa de las Américas, no tiene tiempo para recorrer Cienfuegos. Para Vallejo, Cienfuegos será, mientras no regrese, una bahía, un puñado de yates, el centro histórico, una luminosidad con muchas potencialidades para la obra de cualquier artista plástico y uno de los hoteles más lujosos de la provincia, aunque no esté en la lista de los, no sé, diez mejores hoteles en los que ha pernoctado a lo largo de su vida.

Tomado de: https://medium.com/el-caim%C3%A1n-barbudo/ra%C3%BAl-vallejo-en-cienfuegos-bde2e2ac9b45