Yerushalayim, El Aleph

Artículos – Periodismo de opinión

Yerushalayim, El Aleph[i]

Yaron Avitov y Julio Pazos, antólogos, Jerusalén en los Andes (Quito: Libresa, 2007), 121-125.

 

El Aleph es la primera letra de la lengua de las Escrituras. Según Jorge Luis Borges, en su cuento titulado con el nombre de ella, “para la Cábala, esa letra significa el En Soph, la ilimitada y pura divinidad”. En dicho cuento, el personaje Carlos Argentino, explica que “un Aleph es uno de los puntos del espacio que contienen todos los puntos.” Simbólicamente, es todo nacimiento de alguien, todo comienzo de algo, génesis en permanente movimiento que refrenda la perpetuidad del Ser. Para enriquecer este significado, la metáfora literaria de Borges nos presenta al Aleph como “ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.”

[i] Una versión resumida de este artículo apareció en mi columna editorial de El Comercio, el sábado 18 de agosto de 2001, con el mismo título.

 

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Yerushalayim, El Aleph