Una tan maravillosa como emocionante mañana alumbrada por el sol de la literatura. Libros que caminan, personajes que cobran vida y van en busca de su autor, versos recitados por voces jóvenes que evocan la tradición griega, más de quinientos adolescentes aplaudiendo y disfrutando de una fiesta de la lectura.
El jueves 8 de agosto, desde la ocho de la mañana, el área de Lengua y Literatura de la Unidad Educativa Politécnica, COPOL, de Guayaquil, llevó a cabo un homenaje literario a Raúl Vallejo como reconocimiento a su obra que ha transitado la novela, el cuento, la poesía, y el ensayo. El homenaje tuvo lugar en el marco de la VI Fiesta de la Lectura 2019.
El escritor fue recibido por su libro Acoso textual, a la entrada del COPOL. En el camino hasta el coliseo del colegio, se presentaron ante el autor los personajes de banano y azucena, la pareja que protagoniza una historia de amor virtual en la novela. Después, los estudiantes recrearon varios cuentos del autor: poco a poco, aparecieron los habitantes de “Apocalípticos de parque”; el estudiante desesperado de “Kuestión d onor”; aquellos autores, cuyos libros definieron la vocación del escritor, y que son nombrados en “Por culpa de la literatura”. Un coro escenificó una parte del diálogo de Oriana y Constantino, recitando algunos versos de “Cánticos para Oriana”. Una coreografía de ángeles en negro y una pareja de baile dieron su versión de la novela El alma en los labios. Un par de estudiantes llevaron adelante una entrevista de cuatro preguntas sobre el quehacer literario. Y, en medio de la entrevista, Raúl Vallejo leyó “La máquina de coser Singer” y “Guayaquileña”, dos poemas inéditos que fueron recibidos con una salva de largos aplausos.
El rector del COPOL, magister Rodolfo Chang, entregó a nombre de la institución una placa conmemorativa de evento y destacó la tarea docente del autor. Raúl Vallejo agradeció, emocionado, el homenaje recibido. Agradeció, asimismo, el trabajo del maestro Rafael Montalván Barrera, jefe del área de Lengua y Literatura, y de la maestra Dalia Guadalupe Álvarez, en la realización del evento; al final, se refirió a la vocación docente: “El trabajo más satisfactorio que hago en mi vida es el trabajo docente. Todavía recuerdo a mi maestro de primer grado, el profesor Alejo Andrade, quien con paciencia, dedicación y sentido del humor, me descubrió el mundo mágico de la lectura y la escritura. Los docentes no solo enseñan los saberes significativos y cómo descubrirlos, sino que, día a día, entregando su propio espíritu, forman a niños y jóvenes para la vida. Por eso, la celebración permanente de nuestros maestros”.