En el mundo virtual las personas, tal vez, solo somos máscaras

Diario Expreso, 26 de septiembre de 1999

Posee un lenguaje sencillo que deja en evidencia su generosidad y sensibilidad por el entorno. Raúl Vallejo es escritor de cuentos, ensayos y textos pedagógicos. La más reciente publicación es Acoso textual, se primera novela. Fue ministro de Educación en el Gobierno de Rodrigo Borja y actualmente dirige una publicación. Editorialista, rector del Liceo Internacional y profesor de la Universidad Andina Simon Bolívar, nació en Manta hace 40 años.

¿Cuántos años vivió en Manta?

Mi padre fue orense, de Santa Rosa, y mi madre de Manta; yo también nací en Manta y viví más o menos hasta los cuatro años. Siempre pasé vacaciones allá porque estaba mi familia materna y me encantaba disfrutar de la playa, del corviche y de la salprieta, que es una de mis sazones favoritas.

¿Ha sido fácil adaptarse a las diferentes ciudades en las que ha vivido?

He vivido más en Guayaquil, estudié desde el primer grado hasta el final del bachillerato en el Cristóbal Colón y luego en la Universidad Católica. Desde hace once años vivo en Quito. Dos años pasé en College Park, Maryland, cerca de Washington DC, y siempre he logrado adaptarme fácilmente. De Guayaquil siempre tuve nostalgia de sus noches y el malecón. En Quito vivo porque me gusta el verde de sus llanos. Es más, estoy radicado en Nayón, una parroquia rural cercana a la capital, dedicada a la venta de plantas.

¿Cuándo se da cuenta que tenía facilidades para escribir?

Empecé a escribir a los 11 años. Era un lector ávido e indiscriminado, leía todo, desde Mafalda y El Principito hasta obras literarias que, a veces, no entendía, pero igual las leía. A mi hermano Tito le debo casi toda mi formación inicial, porque al darse cuenta de mi vocación me regaló una biblioteca Clásicos de Ariel, donde salía cada semana un libro y yo me sentía en la obligación de leerlo, y en seguida escribía una novela imitando al autor. Mi familia, en especial Tito, eran los lectores, para los que empastaba y editaba el libro. Me acuerdo que a los quince años gané un concurso de libro leído con una novela que yo mismo había escrito; la novela se llamaba Vuelta a la vida y era una suerte de novela apocalíptica. A los 17 años publiqué mi primer libro, Cuento a cuento cuento que causó mucha polémica. José Guerra Castillo defendió a rajatabla la publicación. También recibí el apoyo de Rafael Díaz Icaza, presidente de la Casa de la Cultura, quien consideró que la obra era buena. Para mí fue muy importante esa fuente de generosidad de estos hombres a quienes ni siquiera conocía.

¿Cómo se dio tiempo para escribir Fiesta de solitarios, en 1992, si su agenda estaba copada por las obligaciones ministeriales?

Realmente el libro lo empecé a escribir en 1988, cuando era director de la campaña de alfabetización, y fue muy duro porque igual tenía una agenda copada, pero sacaba tiempo, algunos días escribía en la madrugada. Pero era algo que me gustaba, por lo que no lo considero un sacrificio. Cuando fui ministro dejé de escribir.

¿Alguna vez pensó que los premios que recibió en 1992 se los dieron porque era ministro?

De ninguna manera, nunca lo he pensado. Es más, me parece una falta de respeto para el jurado. Incluso se lo puedo demostrar con pruebas. En mayo 1991 envíe mi libro al concurso, con seudónimo, y en junio del mismo año recién fui nombrado ministro. Luego se dieron los resultados en septiembre. Y cuando recibí el premio del Municipio, en diciembre de 1992, ya no era ministro sino rector de un colegio particular.

¿Con cuál libro se siente más identificado?

Con todos, siento que estoy repartido en todos. Además, son mi vida, porque me considero 100% escritor.

¿Qué es Acoso textual?

Es mi libro más reciente. Lo empecé a pensar en 1995, lo escribí en 1996 y en 1998 lo terminé. Trata sobre una persona que estudia en una universidad norteamericana y pasa gran parte del tiempo en su dormitorio, desde donde se relaciona con personas de diferentes nacionalidades: Buenos Aires, San Antonio, Barcelona, etc., y con cada una adopta una personalidad distinta. Entonces la esencia es demostrar que en el mundo virtual las personas somos, tal vez, máscaras. Las relaciones son simulacros de verdad y, en definitiva, es un ser fragmentado quien se inventa a sí mismo como un anhelo de ser una sola identidad.

¿Por qué el nombre?

En parte, el nombre quiere sintetizar la relación que existe entre todos los personajes, que es a través de textos y palabras. Ellos se acosan en la búsqueda de ser felices, por eso Acoso textual.

¿Cuáles son las expectativas del libro?

Bueno, cada que uno escribe espera que le guste al público. Y la expectativa es que el lector piense en su propia condición humana y se sienta parte de este diálogo global, que es la propuesta del libro.

¿Qué esperamos de Raúl Vallejo en el futuro?

Seguiré escribiendo y tratando de dar lo que mejor tengo a las personas de mi país aunque no ocupe funciones públicas, a las cuales considero una responsabilidad, porque si tienes la posibilidad de servir, debes hacerlo.

¿Qué lugar escogería para pasar su vejez: frente al mar, en una ciudad fría rodeada de montañas o en una metrópoli con bastante actividad?

Creo que en los tres lugares, no me gustaría consignarme en uno solo. De vez en cuando me gustaría disfrutar de la playa y el sol, otras veces sentirme rodeado de montañas y de pronto vivir en una ciudad con actividad cultural y mucha vida nocturna.